1 sept 2014

Igualdad en una sociedad fragmentada.

publicado en La Jornada Morelos el 1 de septiembre de 2014.

El Estado mexicano tuvo rasgos autoritarios porque ejerció un tutelaje directo sobre los derechos sociales de los grupos que desarrollaban actividades tanto en la producción industrial como en la administración pública. Se le caracterizó como social autoritario porque éstos estuvieron organizados por un partido político hegemónico. La transformación posterior del Estado fue resultado de cambios en el modelo económico que se expresaron a través del desmantelamiento de los esquemas estatales de subsidios y transferencias generalizadas, tanto a la producción agrícola como al consumo.

            Miguel Ángel Vite Pérez, profesor-investigador del Centro de Investigaciones Económicas, Administrativas y Sociales, del Instituto Politécnico Nacional, publicó un ensayo sobre “México, ¿Hacia la consolidación de un modelo de igualdad de oportunidades para una sociedad fragmentada?” en la Revista Perfiles Latinoamericanos (No. 44, 2014). Este ensayo tiene como propósito la construcción de explicaciones acerca de los fundamentos de la asistencia social estatal dirigida a la atención de una parte de los grupos sociales vulnerables, en un contexto de crisis del modelo de la igualdad de posiciones y su sustitución por el modelo de la igualdad de oportunidades, donde lo más importante son los méritos individuales.

            En el capitalismo postindustrial, plantea el autor, la crisis de la sociedad del trabajo generó un desplazamiento del modelo de la igualdad de posiciones por el de la igualdad de oportunidades, principalmente porque el trabajo asalariado dejó de ser el principal generador de derechos sociales o protecciones sociales. No obstante, dichas protecciones sociales fueron administradas o gestionadas por un sistema de bienestar estatal. También, el trabajo asalariado como fuente de derechos sociales reforzó la creencia de que la igualdad de posiciones se basaba en políticas de redistribución con un impacto en la disminución de las desigualdades sociales. En este caso, el modelo de la igualdad de posiciones estuvo centrado en la reducción de las inequidades sociales entre las diferentes posiciones, mientras que la intervención estatal fue para garantizar el bienestar de los que ocupaban las posiciones más frágiles.

            El bienestar social está configurado por un conjunto heterogéneo de elementos articulados mediante las políticas sociales. Esto significa, según el autor, que el bienestar social es una de las estrategias de poder que sirven para gestionar algunas de las necesidades y carencias de los grupos que no han podido colocarse en una situación de igualdad de oportunidades. La organización de un sistema de bienestar social se basó en un aparato de estado; es decir, en instituciones especializadas que justificaron su presencia a través de la ideología de la justicia social. En este caso, las nociones de dispositivo y aparato de estado tienen en común lo siguiente: aluden al poder y a sus estrategias de reproducción que no solamente ocurren a través de la ideología, sino mediante el control de la vida humana. La definición de dispositivo hace referencia a una relación de poder, donde el saber-cómo y la subjetividad permiten la gobernabilidad de los individuos.

            El Estado neoliberal creó los dispositivos mercantiles en el bienestar colectivo, convirtiendo a los ciudadanos parcialmente en clientes o consumidores y a algunos de los pobres en sujetos de asistencia o ayuda focalizada para supuestamente superar algunas de sus carencias relacionadas con su limitada capacidad para generar ingresos y consumo. Del mismo modo, considera el autor, para rehacer la solidaridad entre los pobres convertidos en sujetos de la asistencia estatal, se estableció un esquema organizativo identificado con el capital social que fomentaría el compromiso cívico, transformado en la base del mejoramiento de las condiciones de vida de la comunidad o grupo.

Considera el autor que, los programas gubernamentales de transferencias condicionadas fue una manera de introducir nuevas formas de organización para que los beneficiarios cumplieran con los propósitos de cohesión social cuando intervenían en la realización de obras colectivas. Sobre todo cuando la acción estatal había dejado de ser un derecho ciudadano para transformarse en una responsabilidad compartida entre el mercado, el individuo y la comunidad.

            La fragmentación de una sociedad se puede observar mediante un acceso diferenciado a las protecciones sociales necesarias para la reproducción de los diversos grupos sociales, señala el autor. Por tal motivo, se encuentran simultáneamente modernas clínicas privadas, hospitales públicos y centros de salud, hay además seguridad privada, seguridad pública y no seguridad, o también sistemas de pensiones privadas y mínimas garantizadas por el Estado. En otras palabras, la fragmentación social significa exclusión o acceso limitado a las instituciones de bienestar o una integración diferenciada debido a la segmentación de los instrumentos de la política económica y social. Lo anterior ha creado una nueva desigualdad social que tiene una interpretación más cualitativa que cuantitativa, sobre todo porque se ha identificado la fragmentación social con la desintegración de los lazos de solidaridad, lo que ha sido favorable a una gradual individualización de las relaciones sociales; es decir, el bienestar se ha vuelto un asunto personal o individual, y en consecuencia, se acaba midiendo sólo por el monto del ingreso y por la capacidad de consumo.
            En Morelos, debemos replantear el modelo de la igualdad de oportunidades aplicado en México donde se establece que las familias en pobreza extrema requerirían necesariamente de la educación de sus hijos. Sin embargo, en un contexto de crecimiento de las actividades económicas informales, sus capacidades y habilidades no son importantes ante la escasez de empleo formal y debido a los bajos salarios. La vulnerabilidad social es resultado de una ciudadanía precaria, lo que ha puesto en evidencia la contradicción existente entre la igualdad formal y las desigualdades sociales reales donde no existen mecanismos estatales de bienestar con un carácter universal.

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