15 sept 2014

Cultura y desarrollo económico.

publicado en la Jornada Morelos el 15 de septiembre de 2014.

En la actividad cultural concurren múltiples actores que participan de una u otra forma en las diversas etapas del ciclo cultural de creación, producción, difusión, exhibición, transmisión, recepción, participación y consumo. Desde el artista, el creativo, el artesano y el gestor cultural hasta las pequeñas empresas, los grandes grupos con operaciones a nivel internacional. Desde la editorial y la casa discográfica hasta los consumidores, pasando por vendedores de tienda, diseñadores web de ventas online y, muchas veces, redes de piratería. Desde el animador de televisión, el actor, el periodista y el comentarista hasta el telespectador adulto, juvenil o infantil. Desde el fabricante de dispositivos electrónicos, el reparador de radios, el programador de computadoras, el diseñador y el publicista hasta la teleaudiencia.

Ernesto Espíndola, coordinó la elaboración del estudio “Cultura y desarrollo económico en Iberoamérica 2014” (publicado por la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) y la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), ® OEI, ISBN: 978-84-7666-217-5, impreso en agosto de 2014). El documento aborda el efecto de la cultura en el desarrollo económico de nuestros países y recolecta y genera una multiplicidad de estadísticas culturales e informaciones afines. Sin embargo, advierten que el estudio todavía es un mosaico incompleto de la realidad y diversidad cultural de nuestros pueblos, un faro que no señala el puerto, sino tan sólo un punto en el camino.

El estudio señala que es importante entender qué engloba el concepto de economía de la cultura y sugiere utilizar el recientemente acuñado concepto de “economía naranja”: conjunto de actividades que de manera encadenada permiten que las ideas se transformen en bienes y servicios culturales, cuyo valor está determinado por su contenido de propiedad intelectual. Su universo está compuesto por la economía cultural y las industrias creativas, en cuya intersección se encuentran las industrias culturales convencionales, y por las áreas de soporte para la creatividad. Por industrias culturales convencionales se entienden aquellas actividades que proveen bienes y servicios basándose en los contenidos simbólicos, artísticos y creativos que pueden ser reproducidos o difundidos masivamente, y que tradicionalmente se reconocen por tener una estrecha relación con la cultura (industria editorial, audiovisual y fonográfica).

Una política a más largo plazo para revalorizar las culturas nacionales consiste en “capacitar a la demanda”, plantea el estudio. Por lo que se debe promover el gusto por la cultura en general a través de programas escolares que incorporen un mayor acercamiento a la experiencia cultural; así como, vivir en carne propia el baile, la música o la pintura, ya que contribuye a la formación del gusto, al respeto por estas actividades y a un mejor conocimiento de la riqueza del patrimonio nacional. También, se debe recordar la importancia de los eslabones medios de la cadena de producción cultural, particularmente el mercadeo, la promoción y la distribución.

La participación del Estado es fundamental para el impulso de la cultura y algunos elementos de movilización son, según el estudio: apoyar y promover las instancias de programas y proyectos que prioricen iniciativas de democratización y acceso a los bienes culturales, en especial aquellas vinculadas a los medios de comunicación como herramientas de difusión de la producción cultural; impulsar la integración y el respeto a la diversidad cultural en el marco de las estrategias de desarrollo sustentable, mediante programas y planes de estímulo a la producción y el acceso a los bienes culturales; proponer instrumentos de política cultural que prioricen la implementación de los derechos culturales consagrados en la norma fundamental y propiciar acciones que garanticen el libre ejercicio y el acceso a los bienes culturales; proponer estudios diagnósticos sobre las políticas culturales y la incidencia de la cultura en el desarrollo económico a nivel regional y nacional, y proponer la formulación de planes estratégicos regionales y locales, como los clusters; incrementar los convenios e intercambios internacionales para la capacitación y la ampliación de los programas de becas y ayudas, así como los intercambios con universidades e instituciones extranjeras; contribuir a la formación y capacitación de recursos humanos para la gestión cultural y artística en un marco de cooperación entre áreas subnacionales; formular acciones que tiendan a la valorización económica y política de la cultura en su contribución al desarrollo sostenible; propiciar evaluaciones de impacto de la producción cultural sobre los indicadores nacionales; y formular propuestas de desarrollo o actualización de las normativas vinculadas con la gestión cultural, en especial con lo relativo a leyes de cultura, derechos de autor, circulación de bienes culturales y toda otra iniciativa relacionada con la defensa de los derechos culturales, en especial de grupos minoritarios o pueblos originarios.

            En Morelos, debemos fomentar la creación de clusters culturales y creativos, en los que se agrupen empresas creativas y entidades relacionadas dentro de un mismo marco dinámico, para impulsar la localización de las empresas e instituciones relacionadas en los mismos entornos para favorecer el trabajo en red, lo que obliga a promover entornos seguros para que las empresas tengan buen acceso al conocimiento, a los mercados y al financiamiento.

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