14 jul 2014

Acciones inmediatas contra el Cambio Climático.

publicado en la Jornada Morelos el 14 de julio de 2014.

Achim Steiner, Director Ejecutivo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, ha planteado: Si alguien propone que se podrían salvar cada año alrededor de 2.5 millones de vidas, reducir las pérdidas agrícolas globales anuales en casi 30 millones de toneladas y frenar el cambio climático en cerca de medio grado Celsius... ¿qué harías? Actuar, por supuesto… También, Amparo Martínez Arroyo, Directora General del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático, ha escrito que vivimos en un planeta cuya temperatu­ra global es la más alta de los últimos 11,000 años, como resultado, en buena medida, de las actividades humanas, y que México es uno de los países más vulnera­bles a los efectos de tal transformación. ¿Por qué los gobiernos, las sociedades y los individuos no actúan decididamente? Tal vez, porque hemos sido educados para que nuestras acciones tengan beneficios de corto plazo y, en general, pensamos que cambiar la tendencia del calentamiento global será el resultado de largo plazo de nuestras acciones cotidianas. Sin embargo, sí es posible actuar y alcanzar beneficios ya.

La Coalición de Clima y Aire Limpio para Reducir los Contaminantes de Vida Corta (CCAC), la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, y el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático publicaron la traducción al español del documento “HORA DE ACTUAR para reducir los contaminantes climáticos de vida corta” (http://www.unep.org/spanish/ccac/). Este documento destaca que para el combate al Cambio Climático existen esfuerzos con efectos identificables a corto plazo y destaca la reducción de los llamados contaminantes climáticos de vida corta (CCVC), como el carbono negro, el metano, el ozono troposférico y muchos hidrofluorocarbonos (HFC).

El documento identifica a cada uno de estos CCVC. El carbono negro es el componente principal del hollín. Se produce como resultado de la combustión incompleta de los combustibles fósiles y de la biomasa en motores diesel; por la quema residencial de combustibles sólidos, como el carbón, la madera y el estiércol, y en algunas instalaciones industriales, como los hornos ladrilleros tradicionales. El metano (CH4) es un poderoso gas de efec­to invernadero con una vida atmosférica de aproximadamente doce años. Casi el 60 por ciento del metano proviene de acti­vidades humanas. La agricultura (cría de ganado y producción de arroz), la producción y la distribución de combustibles, y la gestión de residuos urbanos y aguas re­siduales, representan 97 por ciento de las emisiones antropogénicas globales de metano. El ozono (O3) se conoce como un gas secunda­rio porque no se emite directamente sino que se forma por la oxidación, producida por la luz solar, de gases precursores, como el metano (CH4), el monóxido de carbono (CO), los compuestos orgánicos volátiles que no provienen del metano (COVNM) y los óxidos de nitrógeno (NOx). El O3 troposférico es el principal com­ponente de niebla urbana y un oxidante al­tamente reactivo, que cuando se inhala puede causar bronquitis, enfisema, asma y dañar permanentemente el tejido pulmonar. Finalmente, los hidrofluorocarbonos (HFC) son poten­tes gases de efecto invernadero hechos por el hombre, y se usan en los aires acondicio­nados, proceso de refrigeración, retardantes de flama en espumas aislantes, disolventes y aerosoles.

            Una valoración coordinada por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Organización Meteorológica Mundial (OMM), según el documento, identificó 16 medidas de mi­tigación de CCVC de aproximadamente ciento treinta controles ya existentes. Dichas medidas son, de acuerdo al documento: 1. Reemplazar estufas tradicionales de leña por estufas a base de combustibles más limpios (Gas Natural y LP); 2. Reemplazar las formas tradicionales de cocinar y calentar por estufas eficientes de leña; 3. Reemplazar estufas y fogones de leña con desperdicios de madera reciclada y aserrín; 4. Reemplazar piezas de carbón con ladrillos de carbón para cocinar y calentar; 5. Reemplazar los hornos de ladrillos artesanales con pozos verticales y hornos tipo Hoffman; 6. Reemplazar los hornos tradicionales de cocción con hornos modernos de recuperación; 7. Instalar filtros de partículas diesel para vehículos para carretera e industriales; 8. Eliminar vehículos diesel con altos niveles de emisiones; 9. Prohibir las quemas a cielo abierto de residuos agrícolas; 10. Airear intermitentemente los campos de cultivo de arroz anegados continuamente; 11. Reducir las emisiones de metano de ganado; 12. Desgasificar pre-mina y recuperar y oxidar del CH4 de las ventilaciones de aire provenientes de las minas de carbón; 13. Recuperar y usar el gas y las emisiones fugitivas de la producción de petróleo y gas natural; 14. Reducir las filtraciones en los ductos de transporte de gas a larga distancia; 15. Separar y tratar residuos municipales biodegradables y colectar gas residual; y 16. Modernizar el tratamiento de aguas residuales con recuperación de gas y control de flujo excesivo.

            La implementación completa de estas 16 medidas para 2030, establece el documento, podría prevenir una pro­porción significativa de las seis millones de muertes anuales que se estima guardan re­lación con la contaminación del aire, así como evitar pérdidas anuales que podrían superar las 135 millones de toneladas provenientes de las cuatro principales cosechas anuales, lo que representa un incremento de hasta 4 por ciento del total de produc­ción mundial anual. También, sería posible evitar  del orden de 0.5 °C de calentamiento global adicional para 2050 y 0.7 °C en el Ártico para 2040. Esto podría dis­minuir el actual crecimiento del calentamiento global a la mitad para 2050 y a dos tercios en el Ártico para 2040. Asimismo, reducir las perturbaciones en los patrones de lluvia daría lugar a monzones más estables; desacelerar el derretimiento de los glaciares representaría menores interrupciones en las corrientes oceánicas y un aumento no tan se­vero en los niveles del mar, las inundaciones y marejadas; y reducir la contaminación del aire ayudaría a preservar ecosistemas clave, como la selva amazónica. Además, evitar el crecimiento de los HFC con más potencial de calentamiento a nivel global, podría evitar un 0.1 °C adicional de calentamiento global para 2050 y hasta 0.5 °C para 2100.

            En Morelos, debemos poner en marcha op­ciones rentables y a la mano para enfrentar los CCVC, como prevenir las emisiones de carbono negro de motores diesel y de los hornos ladri­lleros; aprovechar el metano de los vertederos de desechos orgánicos como fuente de energía y el uso de nuevas tec­nologías para evitar el uso de los HFC. Lo que proporcionaría beneficios extraordinarios a corto plazo en términos de salud pública, seguridad alimentaria y protec­ción del clima.

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