17 feb 2014

Un mundo sin desechos

publicado en La Jornada Morelos el 17 de febrero de 2014

Los humanos depositamos globalmente cerca de 1300 millones de toneladas de desechos en rellenos sanitarios cada año y se estima que esta cifra se duplicará en el año 2025 si no cambiamos nuestras costumbres, de acuerdo a datos publicados por el Banco Mundial. Nuestra salud y la del planeta requieren que cambiemos de hábitos de consumo y de procesos para la gestión de los desechos. Una opción es tratar a estos desechos como insumos de producción que generen ganancias y reduzcan la contaminación.
Rick Docksai, editor asociado de THE FUTURIST and World Future Review, publicó el artículo “¿Un Mundo sin Desechos?” (A World without Waste? The Futurist, Marzo-Abril 2014, Vol. 48, No. 2). En él plantea que las instalaciones industriales, en todo el mundo, desaprovechan diariamente toneladas de metal, productos químicos, vidrio, plástico y otros materiales primarios que son de gran utilidad. Además, su disposición “final” cuesta tiempo y dinero, e inevitablemente se contamina al ambiente. Finalmente, presenta el concepto de “cero desechos” y algunos casos de éxito.
Los esfuerzos para alcanzar una sociedad con “cero desechos” ofrecen, según el autor, una esperanza para tener un futuro sin desechos; es decir, sin rellenos sanitarios y donde los hábitos de consumo no sostenibles han desaparecido.
Europa importa más materiales que cualquier otro continente y también los despilfarra, indica el autor. En promedio, el 60 por ciento de sus desechos municipales termina en rellenos sanitarios o incineradores. El país más avanzado en el tema es Noruega, que recicla el 68 por ciento. Existe una iniciativa llamada ZeroWIN (del acrónimo en inglés, Towards Zero Waste in Industrial Networks), que pretende alcanzar cero desechos en las redes industriales de Europa. Confían en ampliar el proceso de reciclado doméstico, ya exitoso. Se pretende establecer flujos de reciclaje entre empresas, donde una compañía invita a otra para compartir un sitio de trabajo, y los subproductos en los desechos de una son recolectados y usados como insumos por otra. Por ejemplo, en Dinamarca, el humo emitido por una compañía o el desecho orgánico de otra ya es recuperado y convertido en sulfatos minerales por una tercera, que los emplea para fertilizantes. Si este programa tiene éxito, de acuerdo con los socios de ZeroWIN, Europa podría reducir en 30 por ciento sus emisiones de gases de invernadero y en 75 por ciento el consumo de agua; así como un aumento del 70 por ciento en el reciclado y reuso de desechos.
El sector con la mayor cantidad de desechos en Europa, hoy, es el de la construcción, seguido por el automotriz, apunta el autor. En el primero, se dejan “montañas” de cemento, metal y madera, entre otros, que podrían ser reutilizados fácilmente, si se invirtieran pequeños presupuestos y los equipos de demoliciones no deshicieran en demasía los componentes de una edificación, puente o carretera. En el segundo, con el plástico reciclado se podrían hacer muchas partes de los coches, que al ser más ligero que los materiales convencionales, harían a los autos menos costosos y con mejor economía de combustible.
La mayoría de las empresas emprendería un camino más sustentable pero teme que cuesten más sus procesos. Sin embargo, un programa adecuado de gestión de desechos debe reducir el costo de producción; ya que se elimina la necesidad de pagar por su limpieza y disposición. Señala el autor que el sector europeo de metal-mecánica podría ahorra unos 100 mil millones de pesos al año si aplicara medidas más eficientes en el uso de sus recursos naturales.
            La visión sobre los procesos de contaminación por la industria ha avanzado en el tiempo, establece el autor: de tratar de mejorar la calidad ambiental de los desechos de una empresa, a generar menos contaminantes y, ahora con ZeroWIN, a aprovechar los reducidos flujos de desechos. Un ejemplo en el sector energético es la reutilización de los lodos residuales en las refinerías para quemarlos y generar electricidad, evitando grandes problemas ambientales por las fugas en el transporte y en los rellenos peligrosos donde son depositados y generando un beneficio por evitar la compra de la electricidad producida. Otro ejemplo es la recolección en albercas del agua contaminada de desecho de los establos de animales, donde crecen algas. Estas algas son tratadas para que extraigan mayor cantidad de bióxido de carbono de la atmósfera y para que digieran el nitrógeno y el fósforo presentes y así producir grasas; dichas grasa puede ser extraída y convertida en biodiesel para la maquinaria de los agricultores.
            En Morelos, debemos cambiar drásticamente nuestra visión sobre la gestión de desechos. El camino es la eliminación del consumo voraz de productos por un gran segmento de nuestra sociedad, la reducción y reuso directo de desechos, y el aprovechamiento integral de los flujos de desechos entre los propios sectores industrial y comercial. Podemos hacer un sistema productivo más eficiente en costo y que proteja al ambiente.

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