30 sept 2013

Edificios inteligentes

publicado en La Jornada Morelos el 30 de septiembre de 2013

La definición de un producto o proceso “inteligente” ha avanzado. Con relación a los edificios, antes, se le asignaba esa característica si uno o varios de sus componentes respondían a estímulos externos en beneficio de los ocupantes. Por ejemplo, si en un edificio se prendía la luz en algunos cuartos porque tenían sensores de movimiento, permitiendo ahorrar electricidad si no había personas, o las ventanas exteriores se opacaban si la radiación solar subía de un cierto valor, reduciendo el incremento de temperatura al interior del cuarto. Ahora, los edificios son inteligentes si además de tener la habilidad de reaccionar también tienen conciencia propia de su estado. Por ejemplo, cuentan con un sistema de adquisición de datos que permite conocer en tiempo real la temperatura, humedad y actividad que existen en cualquier cuarto y, cuando se le pregunta hace alguna sugerencia o cuando algún parámetro llega a valores determinados ya tiene programadas acciones inmediatas.
            Jeremy Watson, Profesor y director científico del Grupo ARUP, coordinó una reunión de análisis, organizada por la Real Academia de Ingeniería del Reino Unido, para considerar aplicaciones tecnológicas potenciales en edificios inteligentes e identificar retos posibles. Los resultados de este Comité fueron publicados recientemente (Smart buildings: people and performance. © Royal Academy of Engineering June 2013. www.raeng.org.uk). Los nuevos Sistemas de Administración de Edificios (BMS, por sus siglas en inglés) tienen avances enormes para recolectar y analizar gran cantidad de datos, lo que permite aprender y aún anticipar las necesidades y preferencias de sus ocupantes, desde niveles de iluminación, temperatura, consciencia energética hasta compañías de abasto. La expansión y mejora en redes inalámbricas y el aumento en las capacidades computacionales en el hogar permiten que los diseñadores, arquitectos e ingenieros tengan las herramientas para usar los datos y construir ambientes más confortables y que disminuyan nuestra huella de carbón.
            Para el año 2020, el Comité asume que en las edificaciones del mundo habrá unos 50 mil millones de equipos y sensores conectados en red a nivel mundial (la ahora llamada internet de las cosas), constituyendo una enorme fuente de datos sobre movimientos, calor, iluminación y uso de espacios. Esta información permitirá a los BMS hacer alteraciones personificadas y anticipadas en tiempo real a los ambientes de los ocupantes y que ya no sólo sean reactivas. Los datos enviados por los sensores también podrán ser analizados como una evaluación post-ocupación para mejorar el diseño de subsecuentes sistemas y edificios. Los medidores y redes inteligentes de electricidad ya proveen una información valiosa sobre el patrón y volumen del consumo de energía, tanto a las compañías como a los ocupantes, para regular su uso y reducir las facturas. En el Reino Unido, el gobierno estableció una norma obligatoria para que todos los distribuidores de electricidad proveyeran de medidores inteligentes al 100 por ciento de sus clientes a fines del 2019. También, estima que esta medida traerá beneficios por 100 mil millones de pesos, en los próximos 20 años, a los consumidores y distribuidores de electricidad por tener una forma más precisa y amplia de cobrar y por un control más eficiente en su uso.
            Los edificios deben cambiar y adaptarse para satisfacer a sus ocupantes. Así, el Comité considera muy importante incorporar en el diseño al usuario para permitirles control sobre su ambiente. Los edificios inteligentes deben responder a sus ocupantes para mejorar continuamente sus condiciones de vida. Los arquitectos e ingenieros deben resistir la tentación de suponer el tipo y necesidades que tendrán los futuros habitantes de sus edificios. El requerimiento de las necesidades de los ocupantes es fundamental cuando se reacondiciona una edificación para proveer los servicios apropiados. También, los diseñadores deben considerar la necesidad humana de control sobre su ambiente inmediato y no dejarse llevar por una tecnología desconocida para ellos. Los edificios deben ser considerados como sistemas socio-tecnológicos.
            Si se considera que la vida útil de un edificio está entre 50 y 100 años, mientras que la tecnología digital cambia drásticamente cada 5 años o menos, el Comité propone la necesidad de un nuevo paradigma en la construcción. La posibilidad de que los edificios puedan evolucionar como los seres vivos ofrece enormes oportunidades al pensamiento imaginativo; considere a un edificio como un núcleo de infraestructura con muchos sistemas inteligentes conectados a éste. Un símil presentado es el teléfono inteligente actual y sus aplicaciones. Otro modelo potencial está en el diseño de los aviones comerciales. El Boeing 747 tiene 50 años de haber sido construido, sin embargo ha sido rehabilitado seis veces por la necesidad de mejorar sus sistemas electrónicos, de comunicaciones y de seguridad.
            En Morelos, debemos incorporar este concepto de inteligencia en todas nuestras edificaciones, tenemos las capacidades científicas, tecnológicas y de innovación en las áreas de tecnologías de información, arquitectura, ingeniería, diseño y materiales. Además, no debemos olvidar que lo importante son los servicios y la creación de mejores ambientes para vivir y trabajar, más que los datos y las aplicaciones.

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