12 nov 2012

Ciencias sociales y políticas públicas

publicado en La Jornada Morelos el 12 de noviembre de 2012.

La ciencia y la tecnología fueron decisivas en el resultado de la Segunda Guerra Mundial y, como consecuencia, los países industrializados adoptaron la política de invertir decididamente en ciencia y tecnología como el sustento del crecimiento económico, del bienestar social y de la seguridad nacional. Al principio se enfatizaron las ciencias físicas y las biológicas; sin embargo, muy pronto se aprovecharon a las ciencias sociales para jerarquizar y seleccionar sus retos domésticos e internacionales, particularmente los proyectos de gran envergadura de beneficio social. En la actualidad, todos los países impulsan proyectos en el área de ciencias sociales para identificar problemas, elaborar acciones alternativas, seleccionar proyectos y evaluar políticas públicas en todos los campos de la acción gubernamental: seguridad en salud, programas de vivienda, calidad de la educación, diversidad cultural, economía verde, industria limpia y muchos otros.

            Kenneth Prewitt, Thomas A. Schwandt y Miron L. Straf, miembros del Comité sobre el Uso del Conocimiento de Ciencias Sociales en Políticas Públicas del Consejo Nacional de Investigación, en Estados Unidos, editaron un reporte sobre el “Uso de la Ciencia como Evidencia en Políticas Públicas” (National Research Council. (2012). Using Science as Evidence in Public Policy. Committee on the Use of Social Science Knowledge in Public Policy, K. Prewitt, T.A. Schwandt, and M.L. Straf, Editors. Division of Behavioral and Social Sciences and Education. Washington, DC: The National Academies Press. Copyright © National Academy of Sciences). Este reporte trata sobre cómo entender y aplicar a las ciencias sociales en la política pública: identifican problemas, miden su magnitud y seriedad, ofrecen soluciones y predicen posibles resultados -intencionados o no, deseados o no. Así, las ciencias sociales son valiosas en muy diversas formas a la política, pero siempre y cuando se las utilice.

            A fines del siglo pasado, según el reporte, ya existía un conjunto de empresas relacionadas con la elaboración de políticas públicas que manejaba cientos de miles de millones de dólares en los Estados Unidos y cuyas actividades eran financiadas por los gobiernos federal y estatales, y por organizaciones privadas de naturaleza filantrópica o no. Estas empresas ahora describen condiciones sociales locales o regionales, asesoran en acciones específicas, diseñan programas alternativos y evalúan posibles resultados. Los proyectos son financiados porque se supone que aplicarán buenos conocimientos científicos para decidir qué situaciones sociales necesitan atención, qué debe ser responsabilidad pública, de los mercados o de organizaciones sociales, y qué acciones serán más efectivas y eficientes; en áreas como la economía, el bienestar social, la salud y la seguridad.

            El conocimiento que proviene de todas las ciencias es relevante para las políticas públicas, identifica el reporte: por ejemplo, la física en el área de la energía, la biología en la salud pública, la ingeniería en transporte, y las sociales en economía o comercio internacional. Sin embargo, entender si es necesario, por qué y cómo utilizar este conocimiento científico, corresponde a los métodos y las teorías sociales. Las personas y las organizaciones hacen uso del conocimiento científico, y éstas son el centro de las ciencias sociales. Cuando la ciencia tiene algo que ofrecer debe estar presente en la toma de decisiones de política pública. Dichas decisiones serán tomadas con un conjunto de razonamientos no científicos: creencias y valores personales y políticos, experiencias en situaciones semejantes, aprendizaje por prueba y error, y razonamiento por analogía. Sin embargo, se debe considerar que la voz de la ciencia es única, ya que lo que dice proviene de investigaciones sistemáticas y auto-reguladas, que garantizan no creeremos que algo es cierto solo porque así lo deseamos. La ciencia está diseñada para ser desinteresada y para justificar cómo y porqué se tomaron unas acciones y no otras. En los regímenes democráticos, la solvencia comprobada que deben tener los líderes gubernamentales y políticos debe estar sustentada en razonamientos científicos; que expliquen porqué se necesitaba, cómo se realizaron y qué modificaron las acciones emprendidas.

            La ciencia tiene cinco características relacionadas con las políticas públicas, establece el reporte: identifica los problemas, como especies en peligro, obesidad, desempleo y vulnerabilidad a desastres naturales o actos de terrorismo; mide su magnitud y seriedad; revisa acciones alternativas; analiza sistemáticamente las posibles consecuencias de dichas alternativas, y evalúa los resultados. El proceso de elaborar políticas públicas surge de la interacción de muchos actores que están involucrados en ensamblar, interpretar y debatir la evidencia que es relevante para el análisis de un problema específico y, después, para justificar porqué se seleccionó una de las posibles alternativas. Este proceso se entiende mejor como uno de confrontación de argumentos y razonamiento práctico que evidencia los beneficios y los daños que causarían cada acción de política. Desde esta perspectiva, el conocimiento científico es una “evidencia” cuando éste se utiliza para apoyar una argumentación política y debe considerarse de alta importancia.

            El esquema que presenta el reporte propone un análisis más detallado y cuidadoso en la argumentación de políticas, así como otorgar una mayor relevancia a la teoría de decisiones y a la perspectiva de sistemas. Las ciencias sociales ofrecen conocimientos sobre los modelos mentales, los sistemas de valor, las reglas de organización, las normas sociales y otros factores que influencian el comportamiento de los tomadores de decisiones. También, aportan conocimientos sobre cómo aprenden las personas, cuándo optimizan y cuándo están satisfechas; por qué se organizan, forman instituciones, se comunican, establece normas y desarrollan rutinas; cómo evalúan riesgos, y cómo toman decisiones individuales o colectivas.

            En Morelos, debemos impulsar que la elaboración, puesta en marcha, seguimiento y evaluación de las políticas públicas estén sustentadas en métricas de funcionamiento, indicadores sociales, esquemas de jerarquización, análisis comparativos y otras herramientas y conceptos de las ciencias sociales. También, apoyar el funcionamiento y crecimiento de instituciones que lleven a cabo estas funciones; como universidades, instituciones de investigación, grupos de pensamiento o think-tanks, agencias encuestadoras y firmas consultoras, tanto públicas como privadas o sociales. Finalmente, fomentar el uso e incremento de las bases de información estadística, tanto mundial como nacional o estatal, para elaborar mejores políticas públicas en beneficio de nuestra sociedad.

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