24 sept 2012

Bienestar subjetivo y políticos responsables

publicado en La Jornada Morelos el 24 de septiembre de 2012

En esta columna, el 11 de julio de 2011, nos preguntamos ¿cómo evaluar el progreso, el bienestar, la calidad de vida o la felicidad?, ya que responderlo es fundamental para conocer el avance de los individuos y de la sociedad y, también, debe ser aspecto medular en cualquier programa de gobierno. Hoy, se emplea el concepto de bienestar subjetivo que busca conocer la valoración de la satisfacción de la propia vida de las personas, entendida ésta no como un constructo académico o de expertos sino como una vivencia de las personas, como una experiencia de estar bien. Se reconoce, por ello, que es la persona quien debe reportarlo y que no es correcto –ni metodológicamente sostenible– que el juicio sobre una persona sea hecho por un tercero. El bienestar subjetivo busca definir una idea más compleja del estado en que vive una persona, captando elementos más cercanos a la condición efectiva de la gente y al modo en que ella la percibe, otorgando la importancia justa, hasta hace poco desdeñada, a la evaluación que la persona hace de su bienestar. Consiste en un esfuerzo por redefinir las bases clásicas con las que se ha pensado y medido el progreso.
            Iván Martínez, de El Colegio de México, y Mariano Rojas, de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede México, y de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla, coordinaron la Comisión para el Estudio y la Promoción del Bienestar en América Latina, dentro del proyecto “Medición, Investigación e Incorporación a la Política Pública del Bienestar Subjetivo: América Latina”, del Foro Consultivo Científico y Tecnológico y que es auspiciado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico. Esta comisión reporta, en una publicación que salió con fecha octubre de 2012, las mejores prácticas de medición del bienestar para la región latinoamericana, proponiendo un listado de instrumentos para medir el bienestar subjetivo; los temas del bienestar subjetivo que ameritan una mayor investigación al establecer los lineamientos sobre la forma de abordarlos desde la visión académica, y recomendaciones sobre la utilización del enfoque y de la información de bienestar subjetivo para el diseño de políticas públicas. La finalidad es que este reporte sea de utilidad instrumental para las distintas comunidades de la región: oficinas de estadística, investigadores y académicos, actores sociales y funcionarios públicos. La meta también es que este reporte sea de utilidad final para todos los latinoamericanos, con el fin de que se mida y entienda su bienestar y se diseñen políticas públicas y estrategias de desarrollo con el propósito de elevarlo.
            Los latinoamericanos manifiestan altos niveles de bienestar subjetivo, indica el reporte. Estos niveles no sólo son relativamente altos en el mundo, sino que son atípicamente altos en relación a sus niveles de ingreso medio. Por ello, en América Latina hay un potencial grande para conocer y comprender aquellos otros factores, además del ingreso, que son relevantes para explicar el bienestar subjetivo. En consecuencia, puede afirmarse que América Latina tiene mucho que aportar al estudio mundial del bienestar subjetivo.
            El bienestar es una experiencia de vida de las personas que puede entenderse en tres planos que no son excluyentes, apunta el reporte: la experiencia cognitiva, que se manifiesta en logros y fracasos e involucra comparaciones entre la situación actual de la persona y sus metas y aspiraciones de vida, así como la comparación con la situación de grupos de referencia; la experiencia afectiva que se manifiesta en el gozo y el sufrimiento relacionados con los afectos, emociones y estados de ánimo que la persona experimenta, y la experiencia sensorial que se manifiesta en términos de placeres y dolores. En su conjunto, conforman la experiencia de vida –y de bienestar– que tienen los seres humanos.
            El enfoque de bienestar subjetivo está sustentado en los siguientes seis principios, señala el reporte: primero, se basa en el bienestar transmitido por la persona ya que la información se obtiene a partir de la respuesta directa dada por la persona a una o varias preguntas sobre su felicidad o satisfacción de vida; segundo, al preguntar directamente a la persona se obtiene una respuesta dada por seres humanos concretos y no se trabaja con el bienestar de agentes disciplinarios abstractos; tercero, no es posible hablar de un bienestar objetivo pero sí es posible hablar de variables objetivas que pueden ser utilizadas para medir aquellos factores relevantes para el bienestar; cuarto, el enfoque acepta que cada persona es la autoridad última para juzgar su bienestar y el papel del experto debe tratar de entender ese bienestar transmitido, mediante la formulación de teorías y la corroboración de hipótesis; quinto, una vez que se acepta que hay información relevante en la encuesta de bienestar, el enfoque sigue una metodología cuantitativa para identificar los factores que son relevantes para el bienestar de los seres humanos, y sexto, se requiere de un esfuerzo transdisciplinario para entender lo reportado por seres humanos de carne y hueso.
            El bienestar subjetivo es un concepto amplio que engloba la experiencia total de una persona de estar bien, no sólo en algún aspecto de su vida, sino en todos, establece el reporte. Medir esto es relevante y resulta muy útil. Además de juicios globales sobre su satisfacción de vida, las mediciones de bienestar subjetivo consideran lo transmitido por las personas acerca de su estado emocional, de su satisfacción en distintos ámbitos de su vida y de su evaluación sobre qué tan bien marcha su vida. Tanto la medición como la investigación del bienestar subjetivo son medios que buscan contribuir al diseño y aplicación de una política pública que tenga el mayor impacto posible en el bienestar de las personas. Toda política pública, directa o indirectamente, al final del día incide en el bienestar de los ciudadanos. Por ello, la medición y la investigación sobre bienestar subjetivo debe aprovecharse para: conocer la situación de las características subjetivas de las sociedades; comprender y definir mejor los problemas públicos que los gobiernos, la administración pública y las políticas buscan resolver; desarrollar herramientas y enfoques analíticos para proponer soluciones a los problemas encontrados, y diseñar políticas públicas que impacten favorablemente al bienestar de las personas.
            En Morelos, debemos reconocer que las políticas públicas que ya están armadas podrían mejorarse tomando en cuenta todo lo que ya se sabe del bienestar y, también, que es urgente diseñar e instrumentar políticas públicas nuevas, dirigidas específicamente a incrementar el bienestar de la población. Se tiene el conocimiento necesario para tomar decisiones de política que aumenten el bienestar, por lo que los políticos responsables no sólo deben lograr consensos entre grupos con posiciones diferentes, sino deben tomar este conocimiento para incrementar el bienestar de las personas.

17 sept 2012

Hacia la sexta ola

publicado en La Jornada Morelos el 17 de septiembre de 2012.

Si analizamos el pasado, desde finales del Siglo XVIII, es posible identificar la existencia de tendencias económicas, sociales y tecnológicas de largo plazo. Éstas han sido identificadas como una sucesión de olas de desarrollo. Las ondas de desarrollo tecnológico no son como las olas del mar que rompen en la playa y el agua se regresa, éstas son aditivas formando capas de conocimiento que se superponen y aparentan un crecimiento continuo. Sin embargo, las olas económicas, descritas por Nicholas Kondratieff en 1920, siguen ciclos alternos de actividad e inactividad y duran de 50 a 60 años. Fue Joseph Schumpeter quien se dio cuenta que los periodos de alto desarrollo económico coinciden con periodos de rápido desarrollo tecnológico y, viceversa, a los periodos de lento desarrollo económico corresponden periodos de estancamiento tecnológico.

            Stephen Aguilar-Millan, director de investigación del Observatorio Europeo sobre Futuros, publicó un artículo sobre “Surfeando la Sexta Ola” en la revista World Future Review, número de Verano, página 45, de 2012 (Surfing the Sixth Wave, WFR, Summer 2012, 45). El propósito es considerar la evidencia que sustenta la existencia de las ondas de largo plazo en el desarrollo tecnológico, describir el modelo implícito y considerar cómo se difunden en el tiempo y el espacio. Este modelo teórico le permite presentar una visión de largo plazo de los eventos que ocurren ahora y sugerir cómo será posiblemente el futuro inmediato.

            El autor menciona que Inglaterra fue el primer país en industrializarse a partir de 1770. El conocimiento científico adquirido desde la Revolución Industrial se convirtió en aplicaciones comerciales, mientras el país transitaba de una economía agrícola a una manufacturera, permitiendo que el producto interno bruto inglés creciera 24 por ciento entre 1770 y 1780, mientras que creció sólo 19 por ciento entre 1700 y 1770. La emergencia de esta primera ola de avance tecnológico se basó en el uso de canales para el transporte de bienes y el uso del agua como fuente de potencia. El término de esta ola fue en 1797 cuando la burbuja financiera para canales terminó. La segunda ola fue la era del vapor y el tren y puede ser ligada a Inglaterra alrededor de los 1820, dando paso a la organización industrial. El capital de las compañías ferroviarias aumentó de 4 millones de libras esterlinas en 1825 a 207 millones en 1846. En este periodo el Producto Interno Bruto de Inglaterra aumentó en casi 80 por ciento. Esta segunda ola también terminó en una crisis financiera, en 1847 cuando se colapsó este mercado. La tercera ola está asociada al desarrollo del acero, la electricidad y la metalurgia, y ocurre en 1870. Aparecen los primeros barcos de acero, la refrigeración y el telégrafo. Los líderes industriales eran Alemania y Estados Unidos. Este periodo de innovación terminó durante la gran depresión mundial en los 1890. La cuarta ola apareció 10 años antes de lo esperado, en los 1910, y está asociada a las tecnologías del petróleo, los automóviles y la producción en masa. En Estados Unidos y Europa se construyeron las carreteras y apareció el transporte aéreo. Fue Estados Unidos el líder industrial mundial y esta época terminó en la gran depresión de los 1930. La quinta ola empezó en los 1970 con la revolución informática, que tuvo un gran impacto en la estructura económica y social del mundo durante los siguientes 40 años, con la digitalización de la economía y una revolución global en las comunicaciones. La crisis de las compañías punto com en 2001, aquellas que pretendían hacer todos los negocios de manera virtual por internet, marcaron el final de esta ola.

            Sin conocer con precisión cual será la tecnología, la sexta ola empezará a gestarse en esta década e iniciará con bríos en los 2020, terminando con una crisis económica en los 2040, indica el autor. El modelo que propone tiene dos fases. La primera arranca con la Fase de Instalación que dura de 20 a 30 años, donde la tecnología florece y se convierte en un producto maduro; esta fase está compuesta de dos etapas, la eruptiva y la febril. Como indica el nombre de la etapa febril, ésta resulta en una burbuja financiera que estalla en una crisis llamada de maduración. La segunda se denomina la Fase de Despliegue que dura unos 30 años, corresponde a la maduración de la tecnología, y también tiene dos etapas, la de sinergia y la de invasión. La primera es la era dorada de la tecnología involucrada y la segunda es cuando se vuelve dominante. Es en esta etapa de dominancia tecnológica cuando debemos buscar por el desarrollo temprano de la siguiente ola.

            El crecimiento de la economía mundial se enfrenta y enfrentará a barreras causadas por recursos naturales finitos. El precio de 140 dólares por barril de petróleo y la crisis financiera mundial del 2007, deben provocar un reajuste en el desarrollo a escala mundial. Esta falta de balance entre una demanda insatisfecha por una oferta limitada impulsará la “Tecnología de la Escasez” que podría ser el estímulo para iniciar la sexta ola, señala el autor. Ejemplos de productos podrán ser los autos de 100 kilómetros por litro, cosechas resistentes a sequías o plantas que retengan agua por varias semanas. Todas tendrán que ver con temas de sustentabilidad y su perfil dominante será pequeño, orgánico, informático e inteligente.
            En Morelos, debemos considerar que todas las olas tienen un epicentro geográfico y los más probables para la sexta ola son Europa y Estados Unidos con una posibilidad para el Este de Asia. Todas las acciones científicas, tecnológicas y de innovación en los países avanzados están enfocadas a liderar esta ola, ya que si lo logran dominarán el ambiente de negocios en las siguientes dos o tres generaciones. Nosotros debemos utilizar este modelo para saber donde estamos y no dejar pasar la ola de la innovación para el desarrollo sustentable; las políticas públicas deben estar enfocadas a este fin.

11 sept 2012

Ciencia sin Límite de Tiempo

publicado en La Jornada Morelos el 10 de septiembre de 2012

La escala de tiempo en que suceden distintos fenómenos físicos, químicos o biológicos puede variar enormemente. Por ejemplo, un bebé humano tarda nueve meses en desarrollarse dentro de su madre, dos átomos se unen y forman una molécula en una millonésima de millonésima de segundo, y una cordillera montañosa pudo tardarse 50 millones de años en formarse. Los científicos tienden a hacerse preguntas que puedan resolver dentro del tiempo que tienen de vida. Es más, ahora las respuestas a sus preguntas deben tenerlas varias veces al año para lograr ese mismo número de artículos publicados y poder promoverse o mantenerse en el Sistema Nacional de Investigadores. Pero, ¿qué pasaría si el tiempo no fuera una limitante?

            Davide Castelvecchi, un editor invitado en la revista Scientific American, escribió un artículo en el número de este mes sobre “Las Preguntas para el siguiente Millón de Años” (Questions for the Next Million Years, Scientific American, September 2012, p. 72, © 2012 Scientific American) en el que se pregunta: ¿qué aprenderían los científicos si ellos pudieran llevar a cabo estudios que duraran cientos, miles o muchos más años? Para responder preguntas que toman más de una generación en contestarse, los científicos han pasado sus esfuerzos y conocimientos a un alumno, que los transmitirá a otro y así sucesivamente. El autor señala que el récord para una investigación de este tipo en la historia podría pertenecer a los Informes Astronómicos de los Babilonios, que contiene al menos seis siglos de valiosas observaciones, en el primer milenio antes de nuestro año cero. Dichos informes revelan patrones recurrentes de eventos tales como eclipses de sol y de luna que permiten conocer mejor el movimiento de nuestro planeta en el espacio.

            Él decidió entrevistar a varios científicos en diversos campos del conocimiento para conocer que problemas estudiarían si tuvieran mil, diez mil o aún un millón de años para hacer sus observaciones o llevar a cabo experimentos, con la sola restricción de suponer que usarían la actual tecnología de frontera. A continuación presentaremos solo tres de las respuestas que obtuvo.

            Robert Hazen, geo científico de la Universidad de George Mason, en Estados Unidos, preguntaría sobre cómo empezó la vida. Relata que en los años 1950, Stanley Miller y Harold Urey, de la Universidad de Chicago, llevaron a cabo el excepcional y muy reconocido experimento en el que mostraron que ciertos componentes básicos que forman la vida, como los aminoácidos, se forman espontáneamente dadas las condiciones apropiadas. Propone Hazen llevar a cabo un experimento tipo Urey-Miller con visión moderna que durara 10 mil millones de años y que permitiera obtener moléculas rudimentarias que se auto replicaran y pudieran evolucionar por selección natural; es decir, tener vida. Llevaría a cabo 1030 experimentos simultáneos (sí, la cifra es un uno seguido de treinta ceros) en los que analizaría la evolución, a partir de cero, de distintos compuestos químicos en condiciones diferentes por 100 o 500 millones de años y, dependiendo del resultado, cambiaría compuestos y condiciones; de tal forma que en 10 mil millones de años de experimentos en este laboratorio se podría descubrir que alguna molécula se empezó a auto replicar. Los científicos experimentales podrían descubrir las combinaciones de químicos que son más exitosas y, eventualmente, se aprendería lo suficiente como para reducir el tiempo del experimento a décadas.

            Thorne Lay, sismólogo de la Universidad de California en Santa Cruz, preguntaría sobre el tiempo de ocurrencia de los mega-terremotos. El terremoto de magnitud 9.0 que devastó la zona de Tohoku-Oki en Japón, el marzo de 2011, tomó por sorpresa aún a la comunidad sísmica mundial: casi nadie pensaba que la falla terrestre responsable podría liberar tanta energía en un solo evento. Ahora se puede reconstruir la historia sísmica de manera indirecta al inspeccionar la estructura geológica local, ya que los sismógrafos modernos llevan funcionando menos de cien años. Si pudiéramos tener información cuantitativa de estos equipos por miles de años de manera continua se obtendrían mapas sísmicos con gran valor predictivo. Por ejemplo, se podría conocer si los terremotos de magnitud mayor a 8.5 vienen en bloques a nivel mundial o es sólo un evento estadístico por tener nada más 100 años de información; se tiene récord de que seis ocurrieron en la última década, mientras que no ocurrió ninguno en la década anterior.

            Sean M. Carroll, físico teórico en el Instituto Tecnológico de California, preguntaría si los protones viven por siempre. La materia ordinaria consiste, en su mayor parte de protones que han existido desde que ocurrió la gran explosión que creó al universo. Sin embargo, existen teorías que pretenden reinterpretar toda la física por medio de una sola fuerza y éstas predicen que los protones también decaerán en otras sub-partículas, con un tiempo medio de vida de 1043 años (un uno con 43 ceros). Para ver el decaimiento de protones, ahora se observan tanques subterráneos llenos de agua y se detectan pequeños destellos de luz, que significarían ha muerto un protón. Los resultados indican que los protones viven por lo menos 1034 años (un uno con 34 ceros). Si se construyeran tanques que almacenaran 5 millones de toneladas de agua, del tamaño de un campo de futbol y 100 veces mayores a los actuales, y esperáramos un millón de años podríamos comprobar esta teoría física sobre el campo unificado de fuerzas.
            En Morelos, tenemos un proyecto cuyo objetivo es aplicar la forma de pensar y los métodos utilizados en la física para estudiar problemas sociales y políticos de carácter colectivo, con la finalidad de entenderlos y de predecir comportamientos futuros. Aunque la información del INEGI es cada vez mejor, no es posible tener series de datos confiables de largo plazo sobre variables sociales, económicas y ambientales que permitan conocer al estado y compararlos con otros de la República. Por ejemplo, sería de gran utilidad conocer el comportamiento histórico de variables consensadas entre los ciudadanos y el gobierno que describieran el avance o no hacia el desarrollo sustentable de una ciudad; tales como, tiempo que se tarda en ir del centro a la periferia en autobús, cantidad y calidad del agua por colonia, cobertura de salud multifactorial por nivel socioeconómico, relación entre trabajo y empleo para mujeres y jóvenes, contaminación ambiental y por ruido del transporte público, calidad educativa por escuela y nivel escolar. Ciertamente avanzaríamos el campo de la llamada sociofísica y delinearíamos políticas públicas más efectivas.

3 sept 2012

Universidades y Desarrollo

publicado en La Jornada Morelos el 3 de septiembre de 2012

Existen diferentes tipos de instituciones de educación superior y cada uno tiene sus fines y beneficios específicos para la sociedad. Las llamadas universidades de investigación, dedicadas a la educación con énfasis en el posgrado y la investigación, son las que mayor responsabilidad tienen para que un país alcance competitividad a nivel de clase mundial y transite de una sociedad de la información a una sociedad del conocimiento. La innovación incremental permite a las empresas y a los países mejorar de forma continua pero lenta su eficiencia y eficacia. Sin embargo, los cambios radicales que se han producido en las áreas tecnológicas y económicas en los últimos años se deben a la innovación basada en conocimiento, que es la que lleva una idea a su explotación comercial cada vez en un tiempo más corto. Esta innovación basada en conocimiento no se puede llevar a cabo sin una vinculación estrecha entre las universidades de investigación y las empresas, en especial las de alta tecnología.

            El Consejo Nacional de Investigación de los Estados Unidos, a través de su Comité sobre Universidades de Investigación, elaboró en septiembre de 2012 un reporte sobre la importancia de este tipo de universidades en el futuro de ese país (Research Universities and the Future of America, report by Committee on Research Universities; Board on Higher Education and Workforce; Policy and Global Affairs; National Research Council, 2012. ISBN 978-0-309-22428-4, copyright © national academy of sciences). Reconoce que sus Universidades de Investigación enfrentan un conjunto de retos que van desde grandes fluctuaciones en los presupuestos totales anuales asignados y políticas y prácticas anticuadas, hasta una cada vez mayor competencia con universidades extranjeras. Sin embargo, el motor de ese país es la innovación: los avances en ideas, productos y procesos que crean nuevas industrias y empleos, contribuyen a la salud y seguridad, y permiten altos niveles de vida. En los últimos cincuenta años, la innovación ha sido realizada cada vez más por el conocimiento que producen las personas educadas. La fuente más importante de nuevo conocimiento y de graduados con habilidades avanzadas son las Universidades de Investigación. Por lo tanto, es fundamental reafirmar y revitalizar, como nación, la asociación única que ha existido por muchos años entre las universidades de investigación, el gobierno federal, los gobiernos estatales, los filántropos y las empresas.

            En la medida que Estados Unidos persigue el crecimiento económico y otras metas nacionales, las universidades de investigación han emergido como el recurso más importante, indica el estudio. Además, esto no sucedió por mero accidente, sino que corresponde a una visión de futuro y a políticas creadas exprofeso por el gobierno estadounidense. En 1862, se promulgó el Decreto Morrill que establecía una colaboración entre el gobierno federal y los estados para construir universidades que afrontaran los retos de crear una agricultura moderna y una economía industrial para el Siglo XX. La colaboración entre el gobierno y las universidades se expandió en los 1950 y 1960 para apoyar la seguridad nacional, la salud pública y el crecimiento económico. A través de esta alianza extendida es que la investigación básica –la fuente de nuevas ideas en el largo plazo- fue financiada cada vez más por el gobierno federal y concentrada mayoritariamente en las universidades de investigación.

            Esta asociación, que con el tiempo incluyó a la industria y la filantropía, trajo enormes beneficios económicos y de calidad de vida al país, apunta el documento. Las universidades de este tipo han jugado un papel fundamental en el descubrimiento y uso de láseres, radares, insulina sintética, anticoagulantes, imágenes por resonancia magnética, computadoras y combustible para cohetes, entre muchos otros. Además, los egresados talentosos han creado nuevas empresas que han empleado a millones de personas.

            El estudio plantea que el fortalecimiento necesario de esta asociación única requiere de, entre otros: compromisos balanceados entre los socios para señalar pautas y políticas que impulsen la generación de conocimiento para avanzar en un mundo competitivo; acuerdos para que los asociados provean fondos de manera equitativa; flexibilidad suficiente para adecuar las diferencias de pensamiento y de tiempo de respuesta entre las universidades y los otros actores; esfuerzos prolongados por décadas que permitan resolver retos y aprovechar oportunidades en la medida que vayan apareciendo, y apoyos al amplio espectro de las universidades de investigación, tanto a todas las áreas académicas como a las profesionales.

            En Morelos, analicemos con cuidado algunas de las recomendaciones planteadas en el estudio: establecer políticas públicas y financiamiento para garantizar que las universidades coadyuven en la consecución de un futuro promisorio; proveer de mayor autonomía académica y organizativa a las universidades para que puedan responder de manera oportuna a los nuevos retos y oportunidades; facilitar la transferencia de conocimiento de las universidades a las empresas; aumentar el costo-efectividad y la productividad de las universidades; crear un fondo de inversión estratégico para que las universidades eduquen e investiguen en temas de prioridad local; modificar los reglamentos de los programas de posgrado para atraer estudiantes talentosos, reducir tasas de deserción, disminuir tiempos de graduación, ofrecer bolsas de becas y alinear la oferta educativa con los intereses regionales; garantizar la equidad entre sexos, y atraer la participación de alumnos y profesores extranjeros.